En ocasiones los
embates
que nos otorga el
camino,
hace que tras ellos, algunas
personas
se encuentren
desplazadas
al contemplar el
devenir de los demás.
Caminan con desgana
en el corazón
pensando que la culpa
es de ellas,
y eso… no es cierto.
Sienten que sus
esperanzas
se difuminan encerradas
en algún sitio
desconocido.
Intentan contra
corriente
encontrar esa llave liberadora
la cual junto a sus
sueños
y a ese invisible
coraje
que sin ser ellas
conscientes
les acompaña cada
día.
Se refugian en sus
soledades
con inventadas
armaduras
que las hagan invisibles
ya que creen que no
son
parte de ningún
mundo,
y eso… no es cierto.
En ellas (en
vosotras),
existen de siempre
los colores primarios
con los que podéis
inventar
la tonalidad
necesaria
para que sin ninguna
duda
encajéis donde
vuestros pasos
os lleven, aunque sea
despacio.
¡Vosotras encajáis!
Tenéis el azul del
firmamento
para que vuestros
sueños
no tengan medida,
el rojo para que la
energía
corra por vuestro
cuerpo de barro,
el amarillo para que
brilléis
y podáis transmitir
la calidez
que en vuestro
interior
lucha por fluir
ayudando a las frías
piedras
a emanar calor de
hogar.
Escondido está el
color blanco,
el que es vuestra
conciencia;
no lo cubráis, pues
os ayudará
a despejar los espacios
oscuros.
¡Vosotras encajáis!
De eso nadie tiene
duda.
Entonces,
¿por qué dudáis
vosotras?
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El primer dibujo. |