viernes, 28 de marzo de 2014

Cambio

Aquella criatura se encaminó hacia un punto concreto. Algo en ella le impulsaba a dar ese paso, sabía que debía realizarlo, no obstante iba algo afligida, debía de abandonar el mundo que conocía para progresar, era su primera vez. 
Al momento vio cómo otros semejantes se dirigían al mismo sitio que él. Debido a la aglomeración, su paso era más lento y comprobó que las demás criaturas avanzaban con actitud seria. Pero la que había a su lado iba sonriente, con lo que se sorprendió y sintió curiosidad.
 -¿Cómo es que vas tan feliz?- le preguntó.
 -Porque ésta es la última vez que bajo a ese mundo, estaré completa cuando acabe. 
-Pues es mi primera vez-le replicó la criatura novata-¿Puedes explicarme alguna cosa?
-Intentaré hacerte un resumen. La finalidad de esto es que experimentemos para conocernos, cómo nos comportamos en la abundancia, cómo somos en la escasez, cómo nos sentimos en la opresión, cómo dirigimos cuando estamos en puestos relevantes… 
-¿Todo esto me va a pasar a mí? 
-Sí, pero, dependiendo de tu comportamiento habrá situaciones que serán efímeras. Cuanto antes las asimiles, antes pasarás a la siguiente etapa. 
-¿Me dará tiempo en este viaje? 
-Es difícil en una sola etapa. A veces te identificas tanto con la situación que no quieres cambiar, con lo que no avanzas. 
-Intentaré recordarlo. 
-Ja, já. 
-¿De qué te ríes? 
-Cuando llegamos abajo no nos acordamos de nada, nuestra memoria está bloqueada. 
-¿Cómo puede ser? 
-Después del centro de control, tomamos uno de los divanes, el cual nos llevará a nuestro destino, pero el recorrido es largo, en ese intervalo nuestros recuerdos se olvidan y cuando ocurre comenzamos a aprender todo. No sabemos hablar, ni movernos, hay un comienzo a partir de cero, nuestro pensamiento está vacío, somos básicos. A la vez que maduramos vamos tomando conciencia de nosotros y del entorno. 
El punto de control comenzó a ser visible, se estaban acercando. 
-En el punto te preguntarán qué quieres hacer. 
-No lo sé. ¿Qué se hace? 
-Hay dos opciones. Lo que está escrito, que es todas las situaciones que te he referido o sólo una estancia tranquila. 
-¿Qué es lo de tranquila?
-Estás de observador, no participas en nada que sea interesante, estarás en una situación tranquila, sin cambios bruscos. No tendrás opción a superar nada, no habrá acción, ni pasión.
Sin darse cuenta llegaron al control. 
Dos seres les recibieron amablemente. Tras las presentaciones conversaron.
-¿Qué deseas hacer?- le preguntó uno de los seres a la criatura novata. 
-Aquello que está escrito- contestó firmemente. 
-Pasa y acomódate en el diván. 
Un diván surgió de la nada y se posó delante de la criatura, ella al verlo se sentó en el diván, el cual comenzó a desplazarse suavemente, alejándose de aquel lugar.
El ser sonrió a la criatura que quedaba. 
-¿Estás preparada?- le preguntó. 
-Eso espero, pues lo que me queda por aprender es formar una familia. 
-Seguro que lo harás bien. Has aprendido paciencia, ternura, comprensión, eres fiel a tus principios. En ti está todo lo necesario para que finalices con éxito esta prueba. 
-¿Y luego qué?- preguntó riendo. 
-Nos ayudarás aquí o abajo, depende de las necesidades. 
Un diván se posó delante de ella. Dio las gracias a los seres, los cuales le desearon que tuviera un buen progreso. 
Se subió al diván pensando que en breve no recordaría la paz y el amor que en ese momento sentía mientras allí montada, se alejaba de su hogar.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Colores

-¡No eres ni blanco ni negro!
-¡Tú tampoco!- le replicó.
-Todo el mundo asocia el color gris a personas o situaciones poco claras, imprecisas.
-Pues tendrían que hacerlo contigo, ya que el color verde no es ni azul, ni amarillo. Además yo 
tengo en mi composición el blanco y el negro, pero no soy extremista, tengo una posición
intermedia. Soy un color básicamente introvertido.
-Pues yo, soy un color mayoritariamente extrovertido. La mayoría de los vegetales son verdes,
con tonalidades muy amplias. No me imagino un campo de hierba de color gris.
-Anda que yo, no me imagino un cerebro verde.
Los dos colores se miraron desafiantes, buscaban desacreditarse, prevalecer su tono por encima del otro.
Después de largo tiempo reflexionando cada uno con lo que podía decir y lo que podía el otro
contestar, se encontraron agotados, irritados.
-Me encanta ver el brillo de la plata, y esos días cuando el cielo está tapado y se confunde el
mar con las nubes, con esos colores grises azulados -dijo el color verde.
El color gris sonrió y le dijo:
-A mí me gusta mucho ver los bosques cuando llega el otoño, como hay innumerables
tonalidades, y la fruta, con esos tonos tan vivos, tan espléndidos.
Los dos colores rieron.
En ese momento se dieron cuenta de que aunque eran diferentes en el color, en lo demás
sentían igual y que podían vivir en armonía sin enfrentamientos, ya que lo que les diferenciaba
era las tonalidades que reflejaban cuando recibían luz.

sábado, 8 de marzo de 2014

Líneas

En una intersección se encontraron dos líneas, al verse ambas sintieron que había algo familiar entre ellas, no obstante se saludaron coloquialmente.
En aquel cruce estaban retenidas, había un colapso, con lo que debían esperar por un espacio indeterminado de tiempo.
La más extrovertida de ellas comenzó a dar su opinión, intentando entablar una conversación.
-¡Aquí estamos! ¡No sabemos por cuánto tiempo!
Sin embargo sus exclamaciones no rompieron el silencio de la otra línea, esta tan sólo hizo una mueca que no determinó si estaba de acuerdo o no.
La extrovertida volvió a la carga, se aburría, le parecía una pérdida de tiempo el no conversar, así que fue directa a volver a intentarlo.
-¿De dónde vienes? –le preguntó con tono alegre.
-De lejos –le respondió secamente.
-Está bien, pero dame más detalles. ¿Por dónde has pasado? ¿Cómo era? ¿Qué hay más allá de la cordillera que envuelve este gran valle?
-He visto paisajes con extensas llanuras, ríos caudalosos, bosques, lagos, campos cultivados, diversos mares, zonas húmedas, zonas secas, tropicales, heladas, desérticas,…
-¡Vaya! Sí que has visto mundo. Yo no he salido de este valle. Lo veo cambiar con las estaciones, pero, nada más, aunque lo más importante es como veo a las personas ir madurando. Al pasar por los mismos sitios cada cierto tiempo observo sus vidas y me divierto intentando adivinar cómo serán la siguiente vez que vuelva a pasar. Es lo que tengo, soy una línea curva y siempre me muevo por los mismos contornos.
-Pues yo –comentó la otra línea-, no vuelvo a ver la misma gente y los paisajes se me asemejan diferentes, tardo un espacio de tiempo enorme en volver a pasar por el mismo sitio. Soy la línea recta.
Las dos líneas pasaron mucho tiempo en aquella intersección. Tuvieron tiempo de conocerse, de explicarse sus vivencias, sus deseos, sus sueños.
Sin darse cuenta ese proceso las llevó a enamorarse, la atracción fue la conductora para que intimasen y algunos de sus puntos se entremezclaron.
De ahí surgieron las líneas onduladas.

martes, 4 de marzo de 2014

Licor clandestino

El resplandor de las llamas iluminaba la oscura noche sin luna, era visible a varias millas a la redonda. Sabía de antemano que eso podía llegar a ocurrir y aquella noche estaba aconteciendo, era el precio que tenía que pagar por no acceder a vender el licor que destilaba al grupo de Chicago, les había dicho que no, querían una rebaja en los precios, mi contestación les sorprendió, les dije que si lo querían más barato se lo hicieran ellos. Ahora estaba viendo su respuesta con el clamor del fuego. Lástima de cobertizo, la de botellas que había llenado en aquel lugar. Me habían hablado de lo salvajes que eran en Chicago, pero no me imaginé que tanto. Mi Jane (que era como llamaba a mi alambique) era pasto del fuego, junto con todo lo demás. No tenía producto hecho, hacía tres días que había vuelto de haber vendido la producción en New York.  Mi licor era bueno, muy bueno, y eso tenía un valor y un prestigio reconocido, la clave era la moderación del grado alcohólico y su refinada elaboración. Podía alejarme más de Chicago, pero me encontrarían, la fama de mi licor me precedía. Sólo tenía tres opciones:
1) Ir a hablar con el mandamás de aquella escoria y llegar a un acuerdo, desventajoso para mí.
2) Pedir protección a los grupos de Louisiana, Florida o New York, lo que me supondría un alto coste.
3) Parar de fabricar y alejarme de aquellos contornos.
El maizal que separa la casa del cobertizo proyectaba unas largas sombras que llegaban al porche, casi me alcanzaban, parecía que deseaban entrar dentro de la casa.
-¿Qué hacemos Athur? –me preguntó Terézia. Estaba en su noveno mes de embarazo, sus movimientos eran pausados, costosos. 
Lo tuve claro en aquel momento. Debíamos irnos.
-Ponernos a salvo –le dije con dulzura, al mismo tiempo que le besaba la mejilla. 
Entré y preparé lo imprescindible para llevarnos. Cargué la camioneta y nos alejamos de aquel lugar. Tenía dinero, procedente de las ventas de la semana anterior y de lo que había estado guardando. 
Hasta ahora las autoridades de aquel condado no se habían percatado de aquella destilería, pero ahora lo buscarían para reclamar su parte. 
Tomé rumbo al norte, donde no me buscarían, no se les ocurriría pensar que iba a pasar cerca de Chicago, luego me desviaría al este, cuando Terézia diera a luz y pasado un tiempo prudencial nos iríamos al oeste, a Los Ángeles, buscaría un local con la vivienda encima y allí veríamos que podíamos hacer.
Hacía veinte días que habíamos celebrado el comienzo del año 1925, sabiendo que nuestras vidas cambiarían, pero sólo habíamos pensado que el cambio se debería a la llegada del bebé y ahora… Bueno, los dos estábamos bien y juntos.
Terézia se apoyó en mí, tapada con una manta buscaba sentirse cómoda para dormirse. En su estado debía conducir con cuidado y tendría que hacer bastantes paradas, pero no me importaba. Nos cambiaríamos los apellidos, había uno que me gustaba, Newman, supongo que mi parte judía lo encontraba idóneo. Luego pensé en los nombres que me había dicho ella para el bebé, si era niña le gustaba Rachel y en niño deseaba llamarlo Paul, Paul Leonard, el segundo nombre era el de su abuelo. En cuanto entrase en el estado de Michigan giraría hacía al este y más tarde al sur, y nos quedaríamos en Ohio.
 Eso iba pensando mientras avanzábamos solitariamente por aquellos parajes, en aquella inquietante noche.