Cuesta escribir algo.
Es difícil abstraerse del mundo
que me rodea.
Noticias de prevaricación,
fraude, trama, etc., hacen que tenga que olvidarme de historias, de poemas,…
Así que os dejo este relato escrito
en un modo personal. Es mi protesta por estos personajes que me causan
repugnancia entre otras cosas, que mejor será no nombrar.
Desde mi diván de la luna.
Ahora tengo un momento,
pero estoy algo cansado,
no me apetece leer,
tal vez escribir,
pero hay tan mala luz.
Será mejor que me recline
en mi diván de la luna,
así mientras mi cuerpo descansa
mi mente se entretiene
contemplando el extenso universo,
el paso de históricos cometas
buscando el no sé qué;
los planetas les dejan paso,
es lo mejor,
ya perderán velocidad,
cuando maduren, que eso,
a lo mejor se da
con cien vueltas o alguna más,
además los cometas en sus colas
tienen variados gases que pueden
contaminar,
cosa que se ha de evitar,
sería, por comparar,
ir a merendar
al lado de una fábrica de papel
o de algún político imputado,
si está alejado se le ve normal,
pero al acercarte huele mal;
por eso me voy a mi diván de la
luna,
lejos de globalizaciones, de
opas,
de programas basuras, de
smartphones,
de horarios partidos, de
diputados idos,
de besos al aire, junto a las
mejillas,
de sonrisas frías.
¡Uf! Qué bien estoy en mi diván
de la luna.
Aquí todo pesa menos,
hay un ambiente más ligero…
El otro día estornudé, dos veces,
el diván se elevó,
estuve flotando un rato largo,
me sirvió para poder ver
lo que algunos llaman:
“El paisaje desolado de la luna”.
Eso lo dicen los blandengues,
los de espíritus melancólicos
que en seguida se arrugan.
Es un paisaje
que invita a meditar,
a la contemplación del mundo,
a abrazarte a ti mismo
y luego seguir tu camino;
es conveniente
no auto abrazarse mucho,
mejor es buscar a alguien
para intercambiar abrazos,
ideas, fluidos, miradas,…
¡Qué cómodo estoy
en mi diván de la luna!
Por fin veo a Mercurio,
hacía días que estaba
desaparecido,
es un planeta bajito y algo
friolero,
siempre tan cerca del sol
para no quedarse a oscuras,
cosa que pasa a nuestros
subconscientes,
pero no a todos, no,
no a presidentes de países,
de empresas, de corporaciones,
a ministros, a consejeros;
siguiendo este ejemplo, el de
Mercurio,
los jueces deberían sólo ejercer
en días soleados, fuera de
interiores
con infinitas cajas apiladas
de casos pendientes,
tendrían que irse junto al mar,
a jardines, a terrazas estilo
zen.
Viendo el universo
y en un acto de tierna compasión
explicaré la forma de pensar
de los imprescindibles mandatarios,
los pobrecitos no tienen
la sesera como nosotros,
blandita, con alguna arruguita,
envuelta con un fino film,
ellos la tienen preservada,
con capas rocosas, impenetrables,
por eso no les entra la luz
y no pueden tener ideas
brillantes,
tan sólo defecan pensamientos,
con lo que la gente de a pie,
observadores, prensa extranjera,
coinciden en la misma opinión
en alguna cosa nueva:
“Ya la han vuelto a cagar”.
Los pobrecitos se apenan,
fuera de sus círculos de
acólitos,
de sanguijuelas disfrazadas,
y de reptiles sonrientes,
nadie más los entienden,
desconocemos el gran peso
que en silencio soportan.
¡Pobrecitos!
Es llegar al poder
y se les transmuta un gen,
por eso transfieren fondos
con códigos encriptados,
calculan posibilidades adversas,
se sienten elevados,
les va bien, pero…
les asusta la inestabilidad,
el fantasma del pasado,
del presente y el del futuro,
por eso atesoran fortunas
como si fueran a vivir
doscientas treinta vidas.
Si la economía no va bien,
la culpa es de la gente,
así que hay que recortar;
comienzan por la educación,
los pobrecitos se han fijado
que las personas sencillas e instruidas,
los increpan, los insultan;
luego recortan en sanidad,
no puede ser que haya tanto
enfermo,
según ellos lo que hay es mucho
pastillero
que quieren receta y hasta toman
de forma ordenada
jarabes viscosos coloreados;
no como ellos,
que están sanos, hermosos,
descansados.
Desvían subvenciones
para desempleados,
normal, al tener el cerebro con
concha
la luz en vez de entrar se
refleja,
eso les hace decidir
que las personas son vagas,
no se les ha de mantener
y tampoco hay que malgastar
fondos en reciclar, total,
es crear esperanzas,
ilusiones, abrir nuevos
horizontes,
que seguramente no sabrán
aprovechar.
Los dirigentes velan por todo
para que cada uno esté en su
sitio,
no vaya a ser que se mezclen
las clases, dando pautas,
observaciones,
rescates a los que se lo merecen.
¡Pobrecitos!
Por todo esto y mucho más
hemos de ayudarles,
cuando los vean
no se les debe aplaudir,
nada de saludarles con alegría,
debemos de motivarles
con gestos de pulgares hacia
abajo,
se les ha de gritar para que
piensen,
nada de frases, sólo palabras
sueltas,
como por ejemplo:
¡Transparencia!
¡Chorizo!
¡Dimite!
¡Ladrón!
¡Elecciones!
¡Cornudo!
Todo esto les ayudará
a desinflar su ego,
creando fisuras de esperanza
en sus maltrechos cerebros.
¡Pobrecitos!
Han sido abducidos
por el lado oscuro del poder,
así, sin más,
ni siquiera han sido estudiados,
no les han hecho pruebas,
como la de esfuerzo a divagar,
la de orientación, por si pierden
en algún debate institucional,
la de controlar absurdos
comentarios,
y por supuesto la del aguante
estomacal,
vital para no confraternal
con personas sin hogar,
les ha faltado también
la sonda gastrointestinal
así como la imprescindible sonda
anal.
He de volver
a mi rutina diaria,
hoy ya no me queda tiempo
de seguir observando
desde mi diván de la luna.
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