Al coincidir sus miradas,
de miel una
y esmeralda la otra,
relámpagos brotaron
en las estrellas de sus iris,
encendiendo ideas invisibles
hasta ese momento.
Vieron el uno en el otro
un mar profundo
de orillas tranquilas.
Se aproximaron
con clara fascinación
y tan sólo con los labios
se tocaron.
Uno encontró sabor a ciruela,
el otro a granada y uva.
Los dos aquel día
sin primeros platos
con el postre de frutas
se saciaron.
Poesía comprendida en el libro: Amores, desamores y alguna pesadilla.
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