jueves, 25 de abril de 2013

El aviso

El bache me hizo saltar dentro del coche, aun estaba medio aturdido e intentaba recordar cómo había llegado a ese vehículo.
Abrí ligeramente los ojos y pude ver con claridad a través de la ventanilla rótulos luminosos, edificios, las vistas pasaban delante de mí vertiginosamente, de pronto noté un pinchazo agudo en mi pierna derecha, intenté incorporarme pero el dolor se incrementó, al igual que una nota musical, cuando ya parece que va a acabar se mantiene y sube, sin poder percibir el final.
Al palparme noté el torniquete que tenía en el muslo, no bajé más la mano, no era necesario, podía sentir la humedad de algo caliente que surgía poco a poco por encima de mi rodilla. Como en una película clásica en blanco y negro los recuerdos de la última hora comenzaron a pasar, fotograma a fotograma.
La patrulla, aquel aviso de la central, la sirena, la administración de lotería. Mientras mi compañero notificaba que habíamos llegado yo entré en el establecimiento desenfundando el arma, dentro un chico joven, quinceañero a lo sumo, tenía a una mujer de parapeto, le apuntaba con una pistola, los tenía a dos metros escasos, estaban saliendo del cuarto interior. Faltaba un trozo del marco de la puerta. El joven sudaba como si hubiera estado en una sauna, la mujer estaba aterrorizada.
-Tranquilo –le dije mientras guardaba mi arma y me apartaba de la puerta.
Cuando vio la puerta libre empujó a la mujer y al pasar a mi lado me disparó, supongo que para que no le persiguiera, el tiro puso en guardia a mi compañero, sólo recuerdo haber oído a continuación una detonación y al chico por el suelo, malherido.
Ahora yo iba hacia el hospital en un coche particular, la ambulancia hubiera tardado mucho en llegar. ¡Maldita crisis! ¡Malditos recortes!

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