viernes, 5 de septiembre de 2014

Tal vez

En mis horas bajas,
cuando me siento decaído
como un girasol
en negra tormenta nocturna
recurro a ti,
buscando tu voz de terciopelo,
tus calientes abrazos,
las brillantes caricias
de tus pétalos rosados.

No sé
como reconfortarte
en tu espinado claustro
de flores oscuras.

Tal vez…

¡Dame la mano!
¡Déjame entrar!
Quiero pintar
tu hermético refugio
con paisajes
de esperanzadores colores,
envolverte con sonidos
de aguas cristalinas
rebotando entre desniveles
fabricados con cántaros transparentes.

¡Abre las ventanas!
Que el sol
suspira por entrar
en el brillo de tus ojos
con amaneceres dorados.
La luna
en tus noches estará,
temerosa de tu soledad
enviará soplos
verdes y azulados
de selenio imantado.

¡Deja la puerta abierta!
Pues el amor,
forjado en su primigenia existencia
aguarda una palabra tuya

para posarse en ti con ternura.

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