domingo, 3 de marzo de 2013

¡Volaba!

¡Volaba! No había gravedad. Me desplazaba entre las nubes haciendo piruetas, surcándolas, atravesándolas.
Por debajo veía el mar, no divisaba ninguna costa, ninguna tierra, se me antojaba que era inmenso, infinito.
Me dejaba balancear al compás de la brisa, un repentino remolino me disparó en paralelo a aquel océano.
Notaba el aire en mi rostro y de pronto me sentí zarandeado, perdía el control..
Alguien pronunciaba mi nombre.
-¡Pedro! ¡Pedro! Despierta. Te has dormido con el ventilador muy cerca, estás encima del cable y no lo puedo mover.

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